Tablada de Lurín

La mayor parte de nosotros vive en hogares privilegiados, va a colegios particulares, tiene todo lo que necesita y casi todo lo que quiere, y aun así a veces se queja de su vida o de lo que en algún momento le toca vivir. Si reflexionáramos de manera seria, nos daríamos cuenta que no muy lejos de nosotros hay muchísimos niños que no gozan de estos privilegios; sin embargo, valoran algo que a veces nosotros ni siquiera consideramos: el cariño.

Tablada de Lurín I

Desde el año 2002, el colegio comenzó un proyecto, con un grupo de alumnos de Humboldt II, en Tablada de Lurín. El primer viernes que nos reunimos para partir hacia el Hogar, no sabíamos exactamente lo que nos esperaba; al llegar, las sonrisas de los más pequeñines se robaron nuestro corazón y nos develaron el motivo de nuestra presencia ahí: provocar sonrisas de alegría infinita.

Tablada de Lurín II

Al principio hubo algunos niños, y más aun los mayores, que nos miraban con cierta desconfianza, pero poco a poco nos fuimos todos haciendo amigos de todos. Ellos sabían que cuando llegábamos, era tiempo de jugar – pero sólo si habían terminado sus tareas del colegio. Bajábamos de la camioneta llenos de entusiasmo y nos separábamos en grupos. Algunos ayudábamos con las tareas del colegio a quienes aún no habían terminado y otros comenzaban con la “pichanguita” o el “capachún”, si de los más chiquitos se trataba. Cuando ya habíamos terminado con las tareas, jugábamos con la soga, básquet, voleibol y hasta inventábamos juegos para complacer a nuestros incansables amiguitos. A veces ya no podíamos más, pero una sonrisita de Diego o de Sarita nos convencía al instante. Así pasábamos entre juegos y sonrisas, las tardes de los viernes. A las 4.30 llegaba la hora que ni ellos ni nosotros queríamos: la hora de la despedida, que siempre fue difícil. Pero también llegaba el momento de las promesas, pues nuestros nuevos “hijos adoptivos” nos hacían prometer que el siguiente viernes estaríamos nuevamente con ellos.

Tablada de Lurín III

Ya desde el primer viernes decidimos – creo hablar por todos – volver cada semana a dar a aquellos niños eso, que no cuesta nada pero vale mucho: cariño. Ver cómo a pesar de vivir en circunstancias difíciles todavía vale la pena sonreír diciendo, a través de una mirada: “¡ Gracias por darme tu cariño !”. Por eso todos volvíamos cada viernes; todos queríamos alcanzar esa sonrisita que nos “hacía la semana”.

Tablada de Lurín IV

Nuestros alumnos viven cada año, experiencias como ésta. El proyecto los ayuda a desarrollar su formación como personas; no bastan los conocimientos, habilidades y destrezas cognitivas en las aulas.

Como dice Sebastián Reátegui (12 B), la realidad de nuestros alumnos es muy distinta y este contacto con un mundo diferente, además de permitirles valorar lo que tienen, despierta en ellos el sentido de solidaridad, entran en contacto con una realidad tan cercana y a la vez tan distante de su mundo... Conocen lo que es el cariño; tal vez en sus hogares, donde no les falta nada, con padres preocupados, no llegan a entender el valor de ese amor. Esa es la finalidad de nuestro proyecto ¡Es tan fácil dar amor! Sólo juegos, cantos, teatro, algunos trabajitos de carpintería, cosas aparentemente insignificantes para ellos, los convierten en esos héroes o amigos “mágicos” capaces de darles lo que esos niños no tienen: cariño: por eso cada viernes llevan en sus mochilas, más que alguna golosina, un enorme cargamento de esperanzas, alegría, sentido de humanidad...

Esperamos que otros chicos de nuestro colegio continúen la tarea. Brindar alegría y cariño, no dan mucho trabajo; dan alegría interior.

Colegio Peruano Alemán - Deutsche Schule Lima Alexander von Humboldt
Av. Benavides 3081, Miraflores. Lima - Perú. Teléfono: 617 9090.