Por qué Alexander von Humboldt

Ha llegado el momento de profesarle el reconocimiento que merece, y porque hoy goza de una actualidad superior a la de cualquiera de sus contemporáneos.

En breve espacio de tiempo de unos pocos meses, entre setiembre de 1769 y diciembre de 1770, nacieron cuatro alemanes cuya fama universal honra hoy a su patria. ¿Quiénes eran? Los nombres de Hegel, Hölderlin y Beethoven acudirán de inmediato a nuestra mente. ¿Y el cuarto? ¿Qué otro nombre sino el de Alexander von Humboldt pondría uno al lado de los mencionados?

Ya se han superado hoy las razones que hicieron que durante tanto tiempo no se reconociera en Alemania su gran importancia.

Una de las razones hay que verla en el hecho de que, para las condiciones de la época, no era suficientemente nacional y alemán sino demasiado europeo. La palabra cosmopolita tuvo durante mucho tiempo en Alemania un sentido casi peyorativo. Y Alexander von Humboldt era un ciudadano universal, un "citoyen du monde". En cualquier lugar del mundo se sentía como en su casa y bautizó a su última gran obra con el nombre de "Kosmos". La madre de este berlinés de nacimiento era una hugonote francesa de apellido Colomb, cuya familia procedía de Nîmes, en la costa mediterránea. Alexander hablaba y escribía en francés igual - sino mejor - que en alemán, hasta el punto de que muchas de sus obras tuvieron que ser traducidas de aquella lengua a ésta. Vivió durante veinte años en París donde era un huésped conocido y solicitado en todos los salones de sociedad, y fue miembro del Institut de France. Hablaba y escribía también español, inglés y latín. Fue, en suma, ese europeo culto que hoy consideramos modélico.

Segunda razón: es indiscutible su talla de naturalista ¿pero, en qué campo concreto podemos incluirle? Los investigadores no sabían dónde adscribirle y en qué especialidad encuadrarle ¿era físico, químico, biólogo, fisiólogo? Solía trabajar en las zonas limítrofes y de coincidencia de las distintas disciplinas como son la geografía, la oceanografía, la climatología, la mineralogía o la historia de la civilización y la antropología: todo un recorrido por la ciencia. Mantuvo además contacto, no sólo epistolar, con la mayoría de los miembros del mundo científico de la época y fue promotor y mecenas de un buen número de ellos. Se le considera como uno de los fundadores de una disciplina que entonces no existía como tal, y que hoy ya ha recibido un nombre: contemplaba a la Tierra como el hogar (oikos) del ser humano y la estudió siempre bajo esta perspectiva, siendo así uno de los primeros ecólogos. Hasta épocas recientes no se ha reconocido y apreciado, en todo su valor esta capacidad interdisciplinaria.

Tenía asimismo en su contra el ser un buen escritor. Esto no sólo era ya sospechoso y desde luego nada conveniente para el buen nombre de un científico. ¿No es acaso cierto que la faceta del Goethe naturalista ha quedado eclipsada por el hecho de que hayamos querido considerarle únicamente un poeta? Pero tampoco sería justo decir que Alexander von Humboldt fue un genio ignorado. En su época era tenido como "el príncipe de las ciencias".

Su aspecto denotaba ya la genialidad. Era un hermoso varón rubio y de ojos azules, de mediana estatura y bien proporcionado. Robusto; venció las fatigas sin fin de sus viajes a oriente y occidente, durante los cuales estuvo expuesto a la malaria y la fiebre amarilla. Dormía solo cuatro horas diarias, dedicaba poco tiempo a la compañía femenina y leía increíblemente mucho y bien. Poseía una fabulosa memoria perfectamente ordenada. Era un excelente dibujante, discípulo en Berlín de Chodowiecki.

Era una persona cautivadora y un contertulio brillante, aunque apenas dejaba hablar a sus interlocutores; tenía la especial habilidad de recuperar el aliento a mitad de una frase, no al final, donde le podrían interrumpir. Pero, ¿había alguien que pudiera decir más que él? Era emprendedor, pero no un aventurero: preparaba con cuidado y antelación suficiente cada uno de sus viajes de exploración. Y al regreso, sabía poner a disposición de los demás y de la posteridad los conocimientos adquiridos en el curso de la expedición. Poseía un sentido intelectual de la orientación y nunca perdía de vista el conjunto. Su pasión fue la satisfacción de la inteligencia superior, la contemplación espiritual del cosmos único considerado como un orden universal. "Interpretar la naturaleza por la razón", fue lo que hizo en el mismo sentido que daban a este concepto los antiguos griegos, a cuyo lado se le podía colocar.

Nueve minerales, 107 animales y fósiles, y 267 plantas llevan su nombre, que sirve también de calificativo para poblaciones, montañas, ríos, glaciares, estrechos y corrientes marinas, en los cinco continentes y en la Antártida. Existen en todo el mundo Humboldt beach, Humboldt bay, Humboldt channel, Humboldt river, Sierra Humboldt, Pico Humboldt. Y en la Luna hay un Mar de Humboldt. Un planetoide recibió en 1858 el nombre de Alexandra, con referencia al nombre de pila de Humboldt.

Innumerables fundaciones, clubes, asociaciones, siete logias masónicas y unas 60 escuelas y universidades en Europa, Norteamérica y América del Sur se encuentran bajo su signo.

¿Qué otro alemán ha encontrado en el mundo tanto reconocimiento como este cosmopolita? ¿No merece, en fin, este europeo que se le cite entre los más grandes?

Colegio Peruano Alemán - Deutsche Schule Lima Alexander von Humboldt
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