Cincuentenario

El Colegio Peruano Alemán Alexander von Humboldt en su cincuentenario (1952-2002)
por Teodoro Hampe Martínez

Nos hallamos virtualmente a las puertas del bicentenario de la visita que hiciera a las tierras del virreinato del Perú el sabio prusiano Alexander von Humboldt (1769-1859), y se han programado para esta conmemoración una serie de manifestaciones artísticas, culturales y científicas. Recordemos que, después de haber recorrido intensamente las costas de Venezuela y la cuenca del Orinoco, la isla de Cuba y los espacios cordilleranos de Nueva Granada y Quito, el barón de Humboldt entró al territorio perteneciente a la Audiencia de Lima el 2 de agosto de 1802, tocando primero el pueblo de Ayabaca, en la sierra del actual departamento de Piura. Según cuenta en su minucioso relato del viaje americano, el propósito original de su venida al Perú era unirse a la expedición francesa de circunnavegación que dirigía Nicolas Baudin; sin embargo, éste decidió finalmente cambiar su ruta, motivo por el cual no hubo oportunidad de que se encontrara con el barón en las costas de América.

Cincuentenario Colegio Alexander von Humboldt

Humboldt, fascinado vivamente por los lugares remotos y exóticos, había abrigado la ilusión de empalmar con las islas de Polinesia y aun con las Filipinas. Si bien no logró materializar este deseo, se dio en tierras peruanas (durante una estancia de cuatro meses) el gusto de admirar por primera vez el océano Pacífico o Mar del Sur —en las cercanías de Trujillo— y de observar el paso de Mercurio por el disco del Sol. Además, aprovechó su viaje para hacer estudios sobre la cuenca del Amazonas, la cordillera de los Andes, la flora y la fauna, los vestigios monumentales del tiempo prehispánico y la realidad social contemporánea del virreinato. Junto con las características físicas y geográficas del territorio, pudo profundizar en el ámbito histórico y en los aspectos político, económico y social, dejando con sus apreciaciones un cuadro detallado de la vida peruana a comienzos del siglo XIX.

Muchas y buenas razones hay para celebrar, pues, este bicentenario, destacando la permanente validez del legado humboldtiano, con su llamado al diálogo interdisciplinario y a la tolerancia pluricultural. Y en este contexto quisiera inscribir mi propia contribución a otra gran efeméride del presente año: el cincuentenario de la fundación del Colegio Peruano-Alemán Alexander von Humboldt (1952-2002). Si los directivos del colegio me han convocado para dirigir estas palabras en una celebración tan importante, es sin duda por mi dedicación profesional a la Historia, arte de evocar y representar el pasado. No me resulta fácil, empero, volcar en unas cuantas hojas todas las notas recopiladas en un largo trabajo de investigación, ni tampoco las experiencias e impresiones acumuladas durante mi propia permanencia en este plantel, del cual egresé hace un cuarto de siglo. Pero dejemos que fluyan, ejemplares y memoriosos, los acontecimientos del pasado...

Durante el dictado de las asignaturas de humanidades, religión y ética se crea el espacio adecuado para reflexionar e intercambiar opiniones sobre valores democráticos, ética y normas religiosas.

La amplia gama de cursos en el área de artes plásticas, música, danza y teatro permite alcanzar una educación integral. El deporte es una asignatura obligatoria para todos pero adicionalmente ofrecemos cursos extracurriculares deportivos para el perfeccionamiento individual de cada alumno.

En clase se enseña a los alumnos a aprender y trabajar de forma autónoma, así como a pensar críticamente. Se incentiva por igual el desarrollo de la personalidad y la interacción social de los alumnos.

Es de esta manera que el colegio prepara a sus alumnos multiculturalmente, es decir, para convivir con otras sociedades y culturas, educándolos para ampliar su visión del mundo y tener la capacidad de interactuar internacionalmente así como para fomentar una cultura de paz.

Educación alemana en el Perú: los antecedentes

Los orígenes de la influencia educativa alemana en la República del Perú pueden ubicarse en 1864, con la fundación del Colegio Alemán en el puerto del Callao. Sobre la base de este antecedente, y gracias a la iniciativa de don Manuel Pardo —el máximo dirigente civil de la pre-guerra del Pacífico— y de otros destacados personajes, se consiguió establecer en 1872 el Instituto de Lima. Se trajo para este plantel a cinco profesores alemanes, pertenecientes al Real Gymnasium de la ciudad de Colonia (bajo la conducción del doctor Leopold Contzen), los cuales debían asegurar una formación humanística

Luego se construyó para su funcionamiento un edificio de notables dimensiones en la avenida Grau, pero el ambiente de desaliento que siguió a la derrota en la guerra con Chile hizo difícil el cumplimiento de las ambiciosas miras con que se había establecido dicho Instituto. De ahí que hacia 1910 se viera la necesidad de abrir un nuevo y más propio Colegio Alemán o Deutsche Schule en nuestra capital; esta vez la iniciativa provino de un triunvirato dentro de la colonia germano-peruana, formado por los señores Walter Justus, Fernando Oechsle y Adolfo Dammert. La sede fundacional del Colegio Alemán se halló en la calle Mascarón (quinta cuadra del jirón Cuzco) y era un caserón arrendado, de habitaciones oscuras, un tanto incómodo para la tarea escolar.

El primer director del nuevo establecimiento fue el doctor Erich Zurkalowski, luterano, profesor de historia universal, “hombre bondadoso, de magro aspecto, de noble formación académica” (según lo recuerda un ilustre ex alumno, Estuardo Núñez). Las clases se dictaban en horario partido, de 8 a 12 de la mañana y de 3 a 6 de la tarde. Quedó establecido desde un principio que la currículo debía mantener un carácter germánico, pero dejando espacio para el idioma castellano y la historia y geografía del Perú, adaptándose en la medida de lo posible al régimen escolar de este país. En vez del latín o griego, se puso el acento en la enseñanza del inglés, lengua que sería obligatoria a partir del cuarto de primaria. Y, por convicción pedagógica, se tendió a minimizar el uso de premios, diplomas y medallas.

Es digno señalar que Jorge Basadre (1903-1980), el gran historiador de la República, tuvo ocasión de entrevistar en Berlín, varios años después de su salida del Perú, al ya mentado doctor Zurkalowski. En su libro de remembranzas La vida y la historia (1975), recuerda Basadre sobre dicho personaje: “Un día le hice esta pregunta: —Usted, que ha enseñado durante un tiempo largo a niños peruanos y hoy enseña a gran número de niños alemanes, ¿qué diferencia encuentra entre unos y otros? Se quedó pensando [Zurkalowski] un rato y luego me dijo: —Los peruanos aprendían rápidamente y olvidaban pronto, y los alemanes aprenden con más dificultad pero ya no olvidan...”. ¡Curiosa observación!

Florecimiento y ocaso de la Deutsche Schule

Para conocer el ambiente que se vivió durante los inicios del Colegio Alemán de Lima, nada mejor que volver sobre las páginas lúcidas y apasionadas que le dedica Jorge Basadre en el libro que hemos citado. Observa allí, entre otras cosas, que el plantel orientó su enseñanza básicamente de acuerdo con los programas oficiales del gobierno, “aunque todas las asignaturas no relacionadas con la geografía o la historia del Perú, la religión católica o los idiomas castellano e inglés, se enseñaban en alemán, a cargo de profesores especialmente contratados desde Europa”. Otra peculiaridad notable era la coeducación o instrucción mixta de varones y mujeres, que hizo de la Deutsche Schule uno de los centros de vanguardia en el país. Se trataba de estimular el cumplimiento de los deberes con un régimen de disciplina estricto, buscando encauzar con certeza las virtudes de los alumnos.

Los pocos sobrevivientes de aquella época recuerdan todavía las actividades del grupo de niños exploradores (Pfadfindergruppe) que fue organizado por el profesor Karl Maisch, con desfiles marciales en ceremonias públicas y excursiones por sitios interesantes de los alrededores de Lima. La segunda sede del plantel, a la cual se mudó en 1917, era mucho más espaciosa: una soberbia casona virreinal, de una sola planta, con espejos dorados y tres patios ornamentales, que aún subsiste en la calle Botica de San Pedro (cuarta cuadra del jirón Miró Quesada). La situación que por entonces atravesaba el colegio está descrita sin ambages en el libro de memorias, Bajo el jazmín (1997), del embajador Alberto Wagner de Reyna: “Se hallaba este establecimiento, de buena reputación pedagógica pero sin mayor categoría social —dice—, instalado en un viejo e inmenso caserón en la calle de la Botica de San Pedro...”.

Durante el régimen pro-yanqui del Presidente Augusto B. Leguía, la Deutsche Schule debió afrontar una situación difícil, a causa de nuevas disposiciones del Ministerio de Instrucción sobre los planes de estudios. En 1922 se llegó a prohibir, temporalmente, la enseñanza del alemán como idioma extranjero (o mejor dicho básico) en este plantel. Y fue sólo después de arduas gestiones, llevadas a cabo por el director de entonces, Richard Westermann, que se consiguió una disposición especial que permitía al colegio continuar con su currículo original.

Desde un comienzo se hizo evidente que la colonia alemana en Lima no era suficientemente grande como para restringir sólo a ella el ingreso al colegio, y las familias peruanas se animaron cada vez más a enviar sus hijos a este plantel. Para el año 1920, los niños provenientes de hogares peruanos formaban el 73,7 por ciento del alumnado. En medio de tales circunstancias, se produjo en 1924 el traslado de las clases de secundaria a un inmueble especialmente construido para la Deutsche Schule en la quinta cuadra de la avenida Bolivia, a unos cuantos pasos del colegio nacional Nuestra Señora de Guadalupe. Al mismo tiempo, la sección primaria se mudó y pasó a ocupar un sector de la imponente Casa Alemana, edificada en la esquina de las calles Bolívar y Reducto, en Miraflores.

A pesar de que se consolidaba en general el prestigio de la institución, los directivos escolares resolvieron cerrar a partir de 1932 el local de la avenida Bolivia y concentrar toda su actividad en el distrito de Miraflores, dentro de las instalaciones ya mencionadas. El profesor Arthur Lotz, quien ejerció la dirección del colegio desde 1935, trajo la consigna de ideologizar la enseñanza de acuerdo con los principios del régimen nacional-socialista que imperaba entonces en Alemania. Disminuyó a la sazón el número de alumnos por la decisión que se tomó de quedar fuera de los programas del Ministerio de Educación peruano, con prescindencia de los certificados oficiales que se otorgaban a través de los exámenes de fin de año.

Tras el rompimiento de la Segunda Guerra Mundial y la declaración de guerrra del Perú a los países del eje, se produjo en 1942 la clausura del Colegio Alemán, junto con la salida forzada de todos los súbditos del Reich. En tal coyuntura, fue confiscada su sede de la calle Bolívar en Miraflores. No obstante las funestas circunstancias de este suceso, más de veinte promociones de alumnos podían recordar con orgullo a los maestros que tuvieron a su cargo la brillante formación. Y es porque en las diversas sedes de aquel organismo laboraron personajes como August Weberbauer, profesor de biología y geografía; Raúl Porras Barrenechea y Jorge Guillermo Leguía, profesores de historia; Luis Alberto Sánchez y Estuardo Núñez, profesores de literatura; Karl Weiss (recordado director del colegio nacional San José de Chiclayo), quien enseñaba música; y el maestro español Emilio Huidobro, siempre evocado por sus clases de gramática y vocabulario castellano.

Origen del Colegio Peruano Alemán Alexander von Humboldt

Para reabrir las puertas del fenecido plantel —si bien bajo nuevo nombre— se formó en 1951 una comisión especial, en la que intervinieron el educador Luis Felipe Alarco, el cónsul Gustavo von Bischofshausen y el hombre de negocios Federico G. Moll. Gracias a su esfuerzo mancomunado y a su apoyo material logró realizarse, exactamente cincuenta años atrás, en abril de 1952, la inauguración del Colegio Peruano-Alemán Alexander von Humboldt: bajo el patrocinio del notable científico y viajero de la Ilustración se abría, pues, un nuevo y definitivo período de la educación alemana en nuestra república.

Al darse vida a este plantel, que comenzó a funcionar en un pequeño local alquilado de la quinta cuadra de la avenida Larco en Miraflores, con unos sesenta alumnos, se pensó en promover la difusión de la cultura y lengua alemanas entre niños de diversa procedencia, bajo la característica de ser una Begegnungsschule o “colegio de encuentro”. Con el fin de evitar malas experiencias del pasado, se vio también la urgencia de obtener certificados y reconocimiento oficial del Estado peruano, acatando a los requisitos curriculares tanto locales como alemanes.

Los maestros y alumnos de entonces recuerdan al profesor Egon Lüdecke, primer director del Colegio Alexander von Humboldt (1952 a 1956), como un hombre sencillo, sincero y con alma de verdadero pedagogo, recio y al mismo tiempo lleno de humanidad. Sentía este personaje un gran cariño por el Perú, y decía en charlas amistosas que le gustaría “hacer una mezcla del cerebro alemán con el corazón peruano”... En unas líneas de remembranza, la subdirectora de esos años, Beatriz Benoit de Velazco, ha evocado que pronto llegaron numerosas solicitudes de padres de familia para matricular a sus hijos en el colegio; pero la verdad es que muchos eran niños particularmente difíciles, de manera que se formó un alumnado heterogéneo, con no pocos “casos desesperados” para los padres, quienes veían una tabla de salvación en la rígida disciplina alemana.

Al cabo de unos años (desde 1956) comenzó la llegada sistemática de maestros contratados por el gobierno de la República Federal de Alemania, echando así las raíces de una firme y duradera transferencia cultural. Sin distingo de origen, todos los educandos han tenido oportunidad de captar en este plantel las esencias más profundas de la cultura germánica, a través de melodías, poemas y escritos de autores clásicos como Beethoven, Schubert, Brahms, Goethe, Schiller, Heine. Por medio de una querella judicial, se consiguió felizmente la devolución de la recordada Casa Alemana, en la cuarta cuadra de la calle Bolívar, y aquí tuvieron lugar las actividades del Colegio Humboldt a partir del año escolar de 1955.

En vista de que esas instalaciones comenzaban a resultar estrechas, se desarrollaron gestiones para adquirir un terreno de 28.000 metros cuadrados en el límite de los distritos de Miraflores y Surco, a la altura de la cuadra 30 de la avenida Benavides, y se pudo llevar a efecto este propósito gracias a los auspicios del gobierno federal de Bonn. En el acto de colocación de la primera piedra del nuevo edificio, el 6 de julio de 1958, tomó parte el presidente del Bundestag o Parlamento alemán, doctor Eugen Gerstenmaier. Ya en abril de 1960 pudieron llevarse a cabo las primeras clases en esta sede de la avenida Benavides, un emblema de la arquitectura funcional y moderna, que actualmente nos acoge.

Desarrollo institucional y recuerdos personales

A partir de 1965 se gozó del estatuto de “colegio experimental”, con privilegios especiales por lo que se refiere al plan de estudios y al sistema de calificaciones. Cinco años después, ya bajo el gobierno revolucionario de las Fuerzas Armadas, se compró un terreno de 10.000 metros cuadrados en el adyacente fundo de Higuereta, con el objeto de efectuar ampliaciones en la infraestructura.

En virtud de la reforma educativa del general Juan Velasco Alvarado, el colegio (o Centro Educativo Particular) Alexander von Humboldt fue reestructurado y ampliado con el ingreso regular de niños becados de colegios nacionales. Al evocar estas circunstancias, que viví en carne propia junto con mis compañeros de promoción, se mezclan los apuntes de investigación con los recuerdos personales.

Mientras cursábamos la primaria, nos tocó asumir una serie de modificaciones curriculares y vestir el grisáceo uniforme único. Sin haber sido jamás consultados al respecto, fuimos como el objeto directo del programa reformista de aquella época; pero también disfrutamos de momentos gratos y edificantes durante nuestra experiencia colegial. Cómo no evocar con simpatía y respeto la cotidiana formación en el patio, puntualmente a las 7.40 de la mañana, cuando asistíamos a las exhortaciones morales y patrióticas del director peruano, señor Alberto Málaga. Cómo no mencionar con gratitud a algunos de los profesores más queridos: Frau Walter, Herr Bleyh, Herr Lachenmaier y Herr Mamsch (entre los alemanes), Lucy Ruiz, Rosario Medrano, Cecilia Swayne y Rosa María de los Heros (entre las peruanas). Además, integran nuestras memorias algunos elementos o símbolos típicamente humboldtianos: la severidad en el régimen de tareas y disciplina, controlado mediante el Aufgabenheft y el implacable Klassenbuch; el solemne reloj solar en el patio de honor; la vieja cancha de básquet y la pista de atletismo, recortadas más tarde al construirse el óvalo Higuereta...

A partir de 1976 se implementó, en los últimos dos años de secundaria, una escuela superior de educación profesional (ESEP) llamada Ernst Wilhelm Middendorf. La ESEP comprendía las ramas de educación por el arte, idiomas modernos, comercio internacional, ciencias naturales y técnicas de laboratorio, entre las cuales podía alternar el peso de la formación estudiantil. Aunque todo esto constituía una iniciativa novedosa y laudable, se terminó por suprimir la ESEP y restaurar la autorización oficial para tomar el Abitur o examen de bachillerato alemán, desde 1982. De cierta manera, aquel experimento ha tenido un sucedáneo feliz en el Instituto Superior Tecnológico Alexander von Humboldt, que en un régimen bianual prepara a los jóvenes —egresados del propio colegio o no— para el desempeño como técnicos en gestión empresarial, en negocios de comercio y producción y en negocios de comercio internacional.

Lo indudable es que el Colegio Peruano-Alemán Alexander von Humboldt ha dado continuas muestras de su voluntad y capacidad para desarrollar un perfil educativo propio, y de su permanente deseo de mejorarlo. Este plantel, que cuenta en la actualidad con cerca de 1.500 alumnos (en todas sus ramas), es uno de los más grandes colegios que sostiene la República Federal de Alemania en el extranjero. El ya mencionado historiador, Jorge Basadre, uno de los más distinguidos alumnos de la vieja Deutsche Schule, emitió este acertado juicio: “Ahora, con el nombre de Alexander von Humboldt, es uno de los mejores planteles del Perú, no sólo por su organización, su material didáctico, su profesorado y otros factores, sino también por su conjunto arquitectónico...”.

En el pleno del alumnado se reúnen, como sabemos, básicamente tres grupos de la sociedad: los peruanos de ascendencia germana, que desean mantener un vínculo cultural con sus antepasados; los expertos alemanes que vienen destacados al Perú, generalmente por breves lapsos de tiempo; y los padres de familia peruanos sin relación o vinculación directa con Alemania. Es parte de la delicada tarea de la Asociación Promotora el guiar y satisfacer las motivaciones de esos grupos de interés que confluyen en el seno del colegio. La gran cantidad de actividades lectivas, artísticas y deportivas que se realizan en la institución le ha permitido fortalecer, en el curso de las décadas, su naturaleza de Begegnungsschule o colegio de encuentro, con un rol privilegiado como difusor de la cultura alemana en el Perú. Hay que indicar, por añadidura, que el plantel posee desde 1990 la biblioteca que fuera del renombrado geólogo Georg Petersen (1898-1985).

No quedaría completo este recuento histórico si no fijamos nuestra atención en las personas que tuvieron a su cargo la conducción pedagógica durante cinco décadas intensas, nunca exentas de problemas. Tras la partida de Egon Lüdecke, el Colegio Alexander von Humboldt quedó sucesivamente en manos de los profesores alemanes Werner Golde (1957-1963), Jürgen Baumgart (1964-1969), Josef Krauthausen (1969-1975), Wilfried Wehmeier (1975-1979), Friedrich Niebling (1980-1984), Willi Beck (1985-1992) y el doctor Gerd Erich Zimmek (1993-2000). Por cuanto toca a la contraparte peruana en las responsabilidades directivas, hay que mencionar el sucesivo desempeño de los profesores Alberto Málaga Muñoz (1975-1982), Guillermo Sánchez Moreno (1983-1984) y Carlos M. Vignale Zegarra (1985-2001).

Actualmente, en pleno desarrollo del nuevo milenio, el binomio conductor del plantel está conformado por el doctor Anton Willkomm como director general y la profesora Gizela Landa como codirectora peruana. Según los datos estadísticos que ofrece el más reciente Informe anual del colegio, correspondientes a septiembre de 2001, el número total de alumnos es de 1.464, comprendiendo los niveles de Kindergarten o educación inicial, primaria, secundaria I, secundaria II, bachillerato y el Instituto Superior Tecnológico. Si bien la repartición entre varones y mujeres es prácticamente equitativa, se cuenta en el alumnado con un 69,3 por ciento de nacionalidad peruana.

De cara al pasado y al futuro

Con notable generosidad, el Estado federal alemán continúa sosteniendo, al cabo de medio siglo, la mayor parte de los costos —tanto personales como materiales— que demanda el funcionamiento del Colegio Alexander von Humboldt. Su existencia, en tanto que vehículo de transferencia cultural, significa un verdadero privilegio para nuestro país. En estos cincuenta años transcurridos, la institución ha formado varias generaciones de estudiantes peruanos, alemanes y de otras nacionalidades, mayormente exitosos, y ha cumplido un rol de primera línea en las estrategias de reforma de la educación en el Perú. Esperamos sinceramente que su positivo destino se renueve y acreciente en lo porvenir, para sustento de las relaciones bilaterales germano-peruanas y para honra de su ilustre patrono: el barón de Humboldt.

Y es que, si nos fijamos en las partes de la América española que Alexander von Humboldt recorrió, veremos que él dejó en todas ellas un legado profundo y duradero. El viajero respetó siempre la identidad y la autonomía cultural de las poblaciones aborígenes, inquiriendo acerca de sus raíces, sus costumbres, su espiritualidad. Por otra parte, es un hecho que el viaje de Humboldt generó inmensa atención en el continente europeo: gracias a sus descripciones etnológicas y sus representaciones cartográficas y naturalistas se accedió a la variedad de riquezas que encerraba América, una de las partes de la Tierra más interesantes y peor conocidas hasta entonces. Las gentes de su tiempo vieron por ello al naturalista prusiano como “el segundo descubridor” del Nuevo Mundo, el que despertó la curiosidad por un hemisferio en vísperas de completar su emancipación política.

Influido por el espíritu de la Ilustración, pensador ecléctico e investigador en casi todos los ramos del saber, el barón defendió permanentemente la independencia de sus ideas y de su trabajo científico. Desde esta óptica, entendía que el conocimiento debía estar al servicio del ser humano, debía ayudar al mejoramiento de sus condiciones de vida. Por lo mismo, se preocupó de dar la mayor difusión posible a sus hallazgos e impresiones de viaje y de gabinete; según sus propias palabras, “con el poder de la inteligencia sería posible conquistar el amplio globo terráqueo” (Prólogo al Cosmos, vol. I, 1845). En este bicentenario de su visita al territorio peruano lo fundamental consistirá, por cierto, en divulgar las virtudes modélicas de Alexander von Humboldt como investigador, publicista y hombre comprensivo de su mundo: no en vano se le califica de último Universalgelehrter o sabio universal, en los umbrales de la modernidad.

Colegio Peruano Alemán - Deutsche Schule Lima Alexander von Humboldt
Av. Benavides 3081, Miraflores. Lima - Perú. Teléfono: 617 9090.